viernes, 27 de junio de 2008

Comida y cáncer

Por William Efraín Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP

Uno es lo que come señalaban los padres de la medicina en la Grecia clásica. Hoy podemos decir que gran parte de los que nos pasa en salud, está en la preparación de nuestros alimentos como lo indica el Doctor en Ciencias Químicas de la universidad española de Lleida, Jordi Pagan.

“Nosotros cuando cocinamos producimos efectos positivos porque en primer lugar eliminamos microorganismos y se generan aromas y sabores que no existían antes; mejoramos la calidad organoléptica del alimento.”

Lo negativo es que al cocinar se producen moléculas con incidencia en la aparición del cáncer. “La recomendación es practicar procesos de cocinado donde el alimento no se someta a altas temperaturas, con los cuales la producción de sustancias cancerígenas es menor”

Un ejemplo de ello es la carne que puede ser preparada al carbón, freída o cocida en agua y especies. Esta última es la más recomendada porque es el proceso donde el alimento, durante su preparación, se somete a una menor temperatura.

Formas de cocinar que debe estar acompañada del consumo frecuente de alimentos que contrarrestan la aparición del cáncer como son el té verde, el curry, el maní, la soja, el repollo, la acelga, el coliflor, los nabos, la col, el ajo y los tomates.

“La dieta alimenticia adecuada es consumir lo máximo que podamos alimentos frescos que tienen moléculas bio activas supresores del cáncer; disminuir el consumo de carnes rojas y aumentar el consumo de pescado.”

El reducir el consumo de carnes no es una proclama a una dieta vegetariana, como nos lo aclara el profesor Jordi Pagan. “Nuestra ingesta en proteína animal es necesaria. La proteína vegetal en la mayoría de los casos es de menor calidad porque tiene menos aminoácidos esenciales, por lo tanto hay que consumir proteína animal en pequeñas cantidades”.

En Colombia se debe trabajar para que nuestros hábitos alimenticios no se conviertan en la principal causa del cáncer desplazando al tabaco, como sucede hoy en España, producto de las formas no apropiadas de cocción de los alimentos.

lunes, 23 de junio de 2008

¡Para vivir a plenitud!

Reseña del libro Gestión del Tiempo
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP
Por William Efraín Abella Herrera*

El docente universitario César Augusto Osorio Vera publica con el sello editorial Universidad del Cauca, la segunda edición de su libro Gestión del tiempo, ¡Para vivir a plenitud!; texto cuya primera edición se agotó en la reciente Feria Internacional del Libro realizada en Bogotá.

“El tiempo es sólo un momento entre dos eternidades, un momento que tenemos que aprovechar porque es el momento de la vida” indica Osorio Vera. “Cuando hablamos de gestionarlo, estamos hablando de administrar cada instante de la vida para disfrutarla a plenitud.”

“La gestión del tiempo nos lleva a no tener más tarde que arrepentirnos sobre lo que hicimos y dejamos de hacer, antes bien es una actitud de aprovechar cada instante de nuestra vida” señala César Osorio.

“Más que oro el tiempo es vida, y si vida hay que aprovecharla sabiendo cómo dirigirla.” Entonces el libro brinda al lector textos interesantes sobre vivir a plenitud a través de técnicas sencillas de aplicar, de puntos que se pueden seguir y de procesos que se pueden llevar a cabo para mejorar el manejo de nuestro tiempo.

Es este libro un motivo para que “nos demos cuenta de que el tiempo no es ni el futuro ni el pasado, sino el presente porque lo que vivimos es el presente” afirma Osorio Vera

De manera amena, en Gestión del tiempo se recogen una serie de argumentos, mitos, anécdotas, historias y posiciones de cómo aprovechar plenamente el tiempo, invitándonos a reflexionar sobre si realmente hemos hecho algo que valga la pena para vivir.

Permítanme transcribir un aparte de la contra carátula del libro: “El tiempo es la sustancia de la vida, es vida. ¿Y para qué necesito más tiempo? Tiempo para mí mismo, para mi familia, para mis amigos, para los demás, para amar y ser amado, para trabajar, para descansar, jugar, orar, leer, pensar; para hacer lo que realmente me gusta y disfrutarlo a conciencia plena.”

viernes, 20 de junio de 2008

Año Internacional de las ranas

Dramática desaparición de las ranas

Por William Efraín Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP

Los anfibios del mundo están en peligro de extinción. Una tercera parte de ellos está gravemente amenazada. Ciento veinte especies de estos animales han desaparecido. “Esta repentina disminución de la población de ranas y sapos también se ha detectado en áreas protegidas” señala el biólogo Francisco José López López.

Esta situación mundial, es fruto de una cascada de eventos que ocurren en nuestro planeta, entre ellas la presencia de un hongo que ataca la piel de los anfibios impidiendo su respiración, lo que les lleva a la muerte.

El cambio climático, la alta radiación ultravioleta, la contaminación de las fuentes de agua, la pérdida del hábitat de los anfibios por la deforestación, las quemas, el uso de pesticidas y agroquímicos inciden en forma negativa en las poblaciones de anfibios. “Otro factor es el tráfico ilegal de ranas de coloración vistosa apetecidas en el exterior”, indica López López.

Se plantea que después de la desaparición masiva de los dinosaurios, el mundo no había sufrido la extinción de especies que ocurre hoy con los anfibios, teniendo consecuencias en el quehacer de los seres humanos. Al no presentarse el control biológico que sapos y ranas hacen sobre insectos que afectan la salud humana y la agricultura, es de esperar que se afecte la economía de los países y sus comunidades.

“También se privaría a la humanidad de los beneficios que se obtienen de los venenos de algunas especies de ranas, que poseen tóxicos de los cuales se puede obtener analgésicos hasta veinte veces más potentes que la morfina, lo que obligaría a sintetizarlos en el laboratorio a muy altos costos” recalca Francisco López.

La comunidad científica internacional adelanta desde hace diez años una serie de investigaciones y campañas para revertir estos efectos sobre los anfibios. Uno de ellos ha sido declarar el 2008 el Año Internacional de la Rana. Gran parte de este esfuerzo se hace en Colombia que es el país con la mayor diversidad de anfibios en el mundo..

En ese marco todos podemos ayudar a prevenir la extinción de ranas, sapos y otros anfibios respectando las diversas expresiones de vida. “Estos animales son una forma de vida que es muy común hallarlos en nuestro medio, de observarlos en nuestros jardines o zonas verdes. Pues lo que debemos hacer es no matarlos, dejarlos donde están. Ellos son muy útiles controlando las especies que nos pueden hacer daño a los seres humanos”

En Popayán, como en otras ciudades, los humedales se han drenado para la construcción de urbanizaciones y eso ha contribuido a la disminución de muchas especies de anfibios que eran abundantes en la región. Conservar el hábitat de los anfibios es el objetivo. Hay que proteger las riberas de ríos, quebradas, las lagunas y humedales de nuestro entorno, en un esfuerzo comunitario de preservación de la vida.

Fotografías Francisco José López López, Biólogo Universidad del Cauca, especializado en Anfibios y Reptiles. Mayor información sobre 2008 Año Internacional de la Rana en www.amphibianark.org y www.alpza.com

lunes, 16 de junio de 2008

Ser padre hoy

por William Efraín Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP

El dicho popular reza más o menos así: “Madre hay una sola, padre cualquier aparecido”. Esto último creo es un sofisma que intenta desligar la responsabilidad del varón en el crecimiento integral de sus hijos.

Muchos de los problemas de la juventud se deben a la falta de la figura paterna que dé ejemplo de autoridad sabia y amorosa. La madre puede intentar suplir esta figura pero no es su papel. El padre entonces, con su carácter y conducta, permite que el niño desarrolle los conceptos de respeto, autoridad y justicia. La falta de temor a Dios por parte de los jóvenes, su irreverencia y anarquía, es producto de la manera tan deportiva como hemos tomado nuestro papel de padres de familia.

Téngase en cuenta que el padre tiene la tremenda responsabilidad de representar a Dios ante sus hijos, y es de él que los pequeños toman su concepto de Dios. Por eso será que hay tantas ideas equivocadas de la deidad en nuestra sociedad; definiciones alejadas de lo que Dios es y hace.

Tan importante es el deber y el derecho de ser padre que Dios se llama a sí mismo Padre. Los varones debemos entender y asumir nuestra ineludible tarea en la formación de las nuevas generaciones, y no seguir siendo los espectadores de esta noble empresa.

La nostalgia de una fruta

Por William Efraín Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP

Está presente en la memoria de los mayores y en el desconocimiento de las nuevas generaciones; su sabor y aroma sólo genera la nostalgia de los abuelos. Se encontraba en los patios de las casonas del centro de Popayán, como en las fincas cercanas a la ciudad. Es el Michinche. Conocido científicamente con el nombre Campomanesia lineatifolia, hoy se halla casi extinto en la zona.

De la familia de las Mirtáceas, su origen es la amazonía que comparten Brasil, Perú, Bolivia y Colombia. No obstante su procedencia, se encuentra en el pacífico colombiano hasta Panamá y los valles interandinos cálidos y templados de Boyacá, Cundinamarca, los Santanderes, Valle y Cauca. Esta amplia distribución presupone una gran variedad genética de la especie y una confirmada riqueza cultural entorno a esta fruta, de ahí que reciba tantos nombres, algunos de ellos: Champa, Chamba, Guayabo Anselmo, Guayaba de leche, Guayaba de mono, Michinche y Palillo.

El fruto del Michinche es una “guayaba” verde achatada que al madurar se torna amarilla. Su pulpa es de un blanco crema; de agradable aroma y sabor con presencia de semillas amargas al paladar. Se puede consumir directamente o utilizarla en la elaboración de dulces, mermeladas, jaleas y helados, postres, jugos, pulpa, cremas, tortas, vino, sabajón y yogur. La madera de este árbol, considerada por los campesinos como “fina”, se usa como mango de herramientas, poste y leña. El ganado no consume sus hojas, lo que lo potencia como cerco vivo. La sabiduría popular reconoce propiedades medicinales en el árbol: la raspadura de la madera en agua se toma contra la hemoptisis (sangrado al toser), síntoma asociado en la mayoría de los casos con la tuberculosis pulmonar. También se extrae tintes de las semillas del Michinche; frutal que no supera los 12 metros de altura y 25 cm. el diámetro del tronco.

La gran demanda que hay en el mundo de colores, sabores y perfumes naturales y exóticos con aplicación en la industria, ha llevado a un grupo de investigación de la Universidad Nacional a estudiar la composición química de los frutos del Michinche, como de los componentes que constituyen su aroma. El proyecto presenta resultados en tesis finalizadas de fitoquímica de los frutos; en economía con un estudio sobre la prefactibilidad comercial de la pulpa procesada. Actualmente trabajan en dos nuevos proyectos en búsqueda de principios activos de uso medicinal, y en el montaje de una planta de procesamiento de la pulpa.

No obstante crecer en forma silvestre, su cultivo y consumo fue practicado por algunas culturas precolombinas. Hoy como fruto promisorio se debe estimular su cultivo no sólo por motivos conservacionistas sino también comerciales. Las semillas tienen viabilidad corta, por eso una vez extraídas del fruto se lavan; bajo sombra se airean y siembran en almácigos de aserrín húmedo descompuesto. A las dos semanas germinan. Cuando las plántulas presentan un par de hojas se pasan a bolsas plásticas, con proporciones iguales de tierra negra, arena y materia orgánica. Al alcanzar un tamaño de 40 cm. de altura se trasplantan al sitio de cultivo a una distancia mínima entre árboles de 5 m., lo que posibilita el asocio con cultivos menores.

La primera cosecha se tiene al sexto año de ser sembrados, generalmente en los meses de marzo y abril. En algunas zonas, el Michinche es atacado por la mosca de la fruta que se alimenta de la pulpa y la deteriora; su control se realiza con trampas o con la recolección y entierro de los frutos dañados.

Cristina Garzón investigadora de la Universidad Nacional señala que “el desarrollo del cultivo de este frutal requiere investigación y recolección de germoplasma, adaptación en diferentes condiciones de suelos, propagación vegetativa, fertilización, manejo agroforestal y tecnología de conservación y procesamiento del fruto en el nivel de campo. El mejoramiento genético debe incidir en caracteres de productividad, calidad de pulpa, eliminación de amargor de las semillas y precocidad productiva”.

El Michinche junto a otros árboles frutales, presentes en la memoria de payaneses y caucanos, no pueden quedarse en el olvido sino estar en nuestro futuro inmediato como la herencia verde que legamos a las nuevas generaciones con valores agregados que estimulen su conservación.

Valor nutricional de 100 gr de la pulpa del Michinche
Fuente: Frutos y Hortalizas promisorias de la Amazonía
Secretaría Pro Tempore Tratado de Cooperación Amazónica

Componente Valor
Agua 82,8 g
Valor energético 64 cal
Proteínas 1,6 g
Lípidos 1,0 g
Carbohidratos 13,9 g
Fibra 0,8 g
Cenizas 0,7 g
Calcio 38 mg
Fósforo 29 mg
Hierro 3,2 mg
Vitamina B1 0,04 mg
Vitamina B2 0,04 mg
Niacina 0,05 mg
Vitamina C 33 mg

Texto publicado en el diario El Liberal y la revista Quinquina CRC

sábado, 14 de junio de 2008

Fotos del Michinche

El Michinche, fruto promisorio

Por William Efraín Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP
wabella@unicauca.edu.co

“Su artículo en el diario El Liberal me ha permitido demostrar a mis nietos que lo del Michinche no es una invención de mi vejez sino una realidad de mi niñez”. Estas líneas me las escribió un payanés de 70 años que desde hace 50 vive en Estados Unidos, y en sus reminiscencias cuenta que de niño en La Pamba, La Chiral, Yanaconas y El Ejido se trepaba a los árboles de Michinche de estas zonas a comer de sus deliciosos frutos.

Me llama la atención que a partir de la publicación de mi artículo sobre este frutal, me llegaron varios testimonios. Por ejemplo doña Helena indica que “antes traían canastados de Michinches a vender a las plazas de mercado. Los traían de Timbío, El Tambo y de algunos sectores aledaños a la ciudad. Hoy no se consiguen ni pa’ remedio”

Este delicioso y fragante fruto, rico en vitamina C, se preparaba separando las semillas de la pulpa; ésta se cernía y se mezclaba con agua, leche y un poco de miel utilizando un bolinillo. El advenimiento de la licuadora y el azúcar, tecnificó esta práctica. Hay que aclarar que en la mayoría de los casos se consumía la fruta directamente, incluso era la preferida para llevar al colegio.

Pocos son los árboles de Michinche que sobreviven; la mayoría viejos e improductivos. En las zonas del Tablazo, La Rejoya, Figueroa, Pueblillo hay Michinches de edad avanzada con frutos precoces y por lo tanto muy pequeños, similares a nísperos. Sólo en el barrio Ciudad Jardín hay un árbol relativamente joven que produce, por el tiempo de Semana Santa, frutos grandes en abundancia.

La docente del Departamento de Química de la Universidad Nacional Coralia Osorio, plantea que de los trabajos de investigación que vienen realizando con el Michinche en el centro del país “la principal conclusión es que es una especie promisoria como fuente no convencional de aroma y de pigmentos. Esta especie es rica en una clase de compuestos químicos denominados beta-tricetonas, los cuales no son muy comunes en la naturaleza y son los responsables del color en las semillas y de algunas de las notas sensoriales agradables de su aroma. A estos compuestos se les ha atribuido diversos tipos de actividades entre las que se destacan antibacterial, anti fúngica e insecticida.”

El conocimiento desarrollado a partir de la Campomanesia lineatifolia, nombre científico del Michinche, como la conservación de este frutal en nuestra región, ha motivado a la siembra de plántulas del árbol en la zona de protección del Río Molino en la Urbanización Colina Campestre, donde la Fundación Pro-Cuenca Río Las Piedras implementa un sendero ecológico. Esperamos en cuatro años cosechar estas frutas e iniciar un proceso de repoblamiento en nuestra meseta de Popayán, para que no “siga siendo lo del Michinche una invención de la vejez sino una realidad de nuestra niñez”.

¿Qué es solidaridad?

Por William Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP

Solidaridad es un concepto que no debe confundirse con la mera acción bienhechora de dar. La raíz de esta palabra implica la unión inseparable de quien es solidario con quien recibe dicha solidaridad. El estudioso español Julio de la Vega, señala “ser o hacerse solidario con alguien o con alguna causa, no significa dar una ayuda sino comprometerse y compartir la suerte de aquel con quien me hago solidario.” Es evidente que solidaridad, no es sinónimo de caridad.

La economista Olga Cadena Durán, Mg. en Desarrollo Rural docente de la Universidad del Cauca señala que la solidaridad: “es la capacidad que tienen las personas para consolidarse como colectivo en el tiempo y proyectarse de manera continuada, con base en la identidad, la pertenencia a un mismo tejido social, compartiendo sentidos, dentro de una mirada de cooperación.”

“La solidaridad se basa en la lógica colectiva de “todos ganamos o todos perdemos”, contrario al de competencia que, dentro de la óptica tradicional, promulga el “yo gano si usted pierde”. En este sentido, la solidaridad constituye un elemento básico del desarrollo integral pues garantiza, a través de diversas dinámicas culturales, la cooperación, la articulación, la complementación y el trabajo conjunto entre los diferentes actores, en una apuesta común por el bien colectivo y la construcción de lo público” afirma la Mg. Cadena Durán

En la búsqueda de entender cómo se ha construido el concepto de solidaridad en el mundo, me encontré con un texto del profesor Francisco García Pimentel. Él escribe: “La falta de solidaridad se revierte en contra nuestra, y nos afecta tan directamente como a los más necesitados. Ser solidarios con los demás, es ser solidarios con nosotros mismos de una manera genuina y legítima. Preocuparnos por nosotros y por los nuestros es lícito, pero no a costa de los demás, sino de la mano de los demás, colaborando con el desarrollo de todos”

Coinciden Cadena Durán y García Pimentel en afirmar que la solidaridad busca el desarrollo colectivo; es comprender que “el desarrollo de todos es también mi desarrollo; el bien de todos es también mío.” En ese sentido implica en quienes son solidarios, la responsabilidad de no abusar de ella, porque este comportamiento proviene del egoísmo. Las consecuencias entonces son el subdesarrollo y la dependencia; razones radicalmente opuestas al valor de la solidaridad.

La disposición permanente de colaborar con el bien común nos humaniza, nos engrandece, favorece el desarrollo. El egoísmo en cambio, produce pobreza material y espiritual. Finalicemos con un proverbio bíblico que nos permita reflexionar sobre cómo el ejercicio noble y responsable de la solidaridad nos bendice a todos: “Hay quienes reparten, y les es añadido más; hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; el que saciare, él también será saciado.” Proverbios 11.24-25

wabella@unicauca.edu.co
Texto publicado en la edición de junio de 2008 de Notas del Fondo; revista del Fondo de Empleados de la Universidad del Cauca