Por William Efraín Abella Herrera
Miembro Corporación Caucana de Periodistas CCP
wabella@unicauca.edu.co
“Su artículo en el diario El Liberal me ha permitido demostrar a mis nietos que lo del Michinche no es una invención de mi vejez sino una realidad de mi niñez”. Estas líneas me las escribió un payanés de 70 años que desde hace 50 vive en Estados Unidos, y en sus reminiscencias cuenta que de niño en La Pamba, La Chiral, Yanaconas y El Ejido se trepaba a los árboles de Michinche de estas zonas a comer de sus deliciosos frutos.
Me llama la atención que a partir de la publicación de mi artículo sobre este frutal, me llegaron varios testimonios. Por ejemplo doña Helena indica que “antes traían canastados de Michinches a vender a las plazas de mercado. Los traían de Timbío, El Tambo y de algunos sectores aledaños a la ciudad. Hoy no se consiguen ni pa’ remedio”
Este delicioso y fragante fruto, rico en vitamina C, se preparaba separando las semillas de la pulpa; ésta se cernía y se mezclaba con agua, leche y un poco de miel utilizando un bolinillo. El advenimiento de la licuadora y el azúcar, tecnificó esta práctica. Hay que aclarar que en la mayoría de los casos se consumía la fruta directamente, incluso era la preferida para llevar al colegio.
Pocos son los árboles de Michinche que sobreviven; la mayoría viejos e improductivos. En las zonas del Tablazo, La Rejoya, Figueroa, Pueblillo hay Michinches de edad avanzada con frutos precoces y por lo tanto muy pequeños, similares a nísperos. Sólo en el barrio Ciudad Jardín hay un árbol relativamente joven que produce, por el tiempo de Semana Santa, frutos grandes en abundancia.
La docente del Departamento de Química de la Universidad Nacional Coralia Osorio, plantea que de los trabajos de investigación que vienen realizando con el Michinche en el centro del país “la principal conclusión es que es una especie promisoria como fuente no convencional de aroma y de pigmentos. Esta especie es rica en una clase de compuestos químicos denominados beta-tricetonas, los cuales no son muy comunes en la naturaleza y son los responsables del color en las semillas y de algunas de las notas sensoriales agradables de su aroma. A estos compuestos se les ha atribuido diversos tipos de actividades entre las que se destacan antibacterial, anti fúngica e insecticida.”
El conocimiento desarrollado a partir de la Campomanesia lineatifolia, nombre científico del Michinche, como la conservación de este frutal en nuestra región, ha motivado a la siembra de plántulas del árbol en la zona de protección del Río Molino en la Urbanización Colina Campestre, donde la Fundación Pro-Cuenca Río Las Piedras implementa un sendero ecológico. Esperamos en cuatro años cosechar estas frutas e iniciar un proceso de repoblamiento en nuestra meseta de Popayán, para que no “siga siendo lo del Michinche una invención de la vejez sino una realidad de nuestra niñez”.
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